MUSICA, POESIA, CUENTOS, RELATOS, ANECDOTAS, HISTORIA, ARTESANIAS, JUEGOS, Y TODO EL ACERVO TRADICIONAL DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES (ARGENTINA)
martes, 27 de octubre de 2009
VI Recreación Histórica de la Reconquista y Defensa de Buenos Aires
Además este año se suman los grupos de danza Cosas Nuestras, el Ceibal, El Chasqui, Tambores Tintos y los grupos de danzas infantiles del Centro Integrador Comunitario y de la Dirección de Cultura de la Municipalidad de Ensenada. Todos ellos, se encargaron de representar diversos combates terrestres, entre fuerzas de caballería, infantería, artillería y marinería, según los modos y tácticas vigentes en los siglos XVIII y XIX, siendo un homenaje a las heroicas jornadas de la Reconquista y Defensa de Buenos Aires, durante la invasión británica de los años 1806 – 1807.
viernes, 28 de agosto de 2009
El dia de San Agustín
lo tengo por buena cuenta
que fue veintiocho de agosto,
de mil setecientos ochenta.
El cuerpo se me estremece,
no me quisiera acordar,
pero es preciso, señores,
que yo me haya de explicar.
El domingo por la noche
llego a las chacras la indiada.
Hicieron varios estragos,
no dejaron casi nada.
¡Se llevan tantas familias
y tanto niño inocente!
Ya dieron parte al Mayor,
que camine con su gente.
El Mayor junta a su gente
y comienza a caminar.
Cerquita de La Espadaña
ahí los fueron a alcanzar.
Hacen contar a la gente,
son doscientos veinte hombres.
Dice el capitán blandengue
¡Atropellemos, señores!
Responde el mayor y dice,
como mas inteligente:
Mire que es mucha la indiada.
Esperemos a mas gente...
Los soldados valerosos
respondieron a la par:
¿A que venimos señores
si no hemos de atropellar?
Ya en la primera embestida
la indiada los dispersó,
y los empezó a chucear
que movía a compasión.
Por milagro de la Virgen
algunos han escapado.
Si no se paran los indios
ninguno hubiera quedado...
Al cabo de tres días
a traer los cuerpos mandaron,
con escoltas de soldados
ocho carretas llevaron.
Los nombres de aquellos muertos
tengo firmado en mi letra,
y son ciento catorce hombres
los que saco con mi cuenta.
Escuchen señores mios
yo les pido en alta vos
que a esas pobrecitas almas
las encomienden a Dios.
Este compuesto se refiere al malón ocurrido en el año 1780 en las cercanías de la laguna La Espadaña. Noventa años después de aquel suceso todavía un payador de Luján lo recordaba con su canto. Esta versión fue restaurada por el Lic Ruben Perez Bugallo, eliminado las estrofas que presentaban mas deterioro y retocado alguna palabra, buscando reestablecer la coherencia general del relato. Quizas sea uno de los cantares historicos tradicionales mas antiguo que se conozcan de nuestro cancionero.
Si alguien sabe donde queda la laguna La Espadaña que menciona el compuesto, manden un comentario.
Extraido de:
Literatura popular bonaerense vol IV Cancionero Tradicional. Editorial Catálogos. 2004
miércoles, 19 de agosto de 2009
La "carneada"
En esa época, las mujeres parían en sus casas, ayudadas por una “comadrona”, señoras expertas en ese tipo de situaciones.-
En mi caso ofició de tal la tía Saturnina, hermana de mi abuela, a quien, cuando fuimos mas grandes, aprendimos a esquivar por la efusividad de sus saludos.-
Mi padre tenía una pequeña chacra de 24 hectáreas en la que trabajaba de sol a sol, ayudado por mi madre.-
Éramos pobres, pero gracias al esfuerzo de mis progenitores no pasamos privaciones y tuvimos una infancia feliz.-
Mi padre había diversificado la producción de la chacra y sembraba trigo, maíz o girasol, según la época.-Tenía una pequeña majada, algunas vacas, los necesarios caballos para las tareas de labranza y unos pocos cerdos.-
La venta del producto de las cosechas nos proveían de los medios para la adquisición de lo que hacía falta , las ovejas nos aportaban carne durante el invierno y los cerdos se vendían también, a excepción de cuatro de ellos, que se separaban del resto y se cebaban aparte para la “carneada”, que se realizaba, generalmente, en los meses de junio o julio, cuando arreciaban las heladas, dado que el “freezer” aún no se había inventado y, aunque existiera, tampoco hubiese estado a nuestro alcance.-
A este “acontecimiento” quiero referirme.-
El día anterior a la fecha fijada, aparecía mi tío Francisco, peón “golondrina” que vivía en el poblado distante unas dos leguas, en el sulky del que tiraba un jamelgo tordillo y a la mañana siguiente, cruzando campo, llegaba el tío Juan y sus dos hijos, un poco mayores que yo, cuya chacra lindaba con la nuestra.-
A ellos se sumaba don Aquilino, un español de “Castilla la vieja”, como él se autodefinía, que, por haber sido amigo de mis abuelos, pasaba largas temporadas en casa.-
Luego de desayunar y a eso de la media mañana, se elegía el primer cerdo y se lo llevaba al galpón acondicionado al efecto, donde, sobre unos tablones de madera puestos sobre bancos , mientras los demás lo sujetaban, mi padre procedía a clavarle un afilado cuchillo con mango de plata, lujoso recuerdo de sus años mozos que aún conservo, en el pecho, buscándole el corazón, para acortar la agonía de la bestia.-
Era tan certero en esto que no recuerdo haberlo visto tener que repetir la operación.-
En un fuentón de lata cincada puesto debajo del animal, se juntaba la sangre para hacer luego las morcillas y, de inmediato, se procedía a pelarlo, frotando vigorosamente al cerdo con bolsas de arpillera empapadas en agua hirviendo.-
Me parece ver a los cuatro hombres moviéndose rítmicamente y sin pronunciar palabra, concentrados en la tarea, mientras los chicos observábamos con ojos asombrados sin comprender demasiado lo que veíamos.-
Una vez despojado de toda su pelambrera, el animal se colgaba de los garrones en ganchos sujetos al final de una soga que, pasando por una roldana, permitía elevarlo a una altura conveniente, lo que demandaba el esfuerzo conjunto de los hombres, dado que superaba holgadamente los 200 kgrs.-
Entonces mi padre procedía a abrirlo en canal desde la ingle hasta el cogote y, entre todos, procedían a eviscerarlo, separando lo utilizable y arrojando el resto a los perros que, como si conocieran lo que habría de suceder, aguardaban echados en círculo esperando su parte del cruento ritual.-
De inmediato se separaba el costillar, que iba a parar a la parrilla, ennegrecida y humeante, preparada a un costado para asar lo que iba a constituir el almuerzo de ese día.-
Entonces los hombres se distendían, lavaban sus manos ensangrentadas, encendían algún cigarrillo, se sentaban en esos bancos rústicos propios de las chacras y, utilizando una pava tiznada y llena de abolladuras, tomaban mate y conversaban animadamente sobre los avatares de la jornada que promediaba.-
Cuando el costillar estaba listo, se almorzaba y luego, una vez recogido y lavado todo lo utilizado, se repetía el procedimiento con los cerdos restantes.-
Al atardecer ya se habían despostado todos los animales y, mientras mi madre cocinaba las primeras morcillas, sobre la mesa grande y rústica se apilaba la carne picada, con la que habrían de hacerse los chorizos.-
La condimentación de la misma constituía todo un proceso: se recurría a antiguas recetas que habían pasado de generación en generación y, conforme se le iban agregando las diversas especias, cada uno de los presentes procedía a probar y emitir opinión y, cuando todos se ponían de acuerdo, se daba por aprobada la mezcla, se la cubría con lienzos y se la dejaba estacionar hasta el otro día, en que se procedería al llenado de los chorizos.-
Aparte habían quedado los cuartos traseros para los jamones, los estómagos para el queso de cerdo y el picado para rellenar los mismos, las pancetas y las bondiolas.-
Para esto, ya se habían hecho alrededor de las nueve de la noche y se procedía a la cena, que consistía en más cerdo asado y la degustación de algunas de las morcillas recién hechas.-
Luego, todos nos íbamos a la cama y el tío Juan y sus hijos volvían a su casa: los mayores cansados y los chicos excitados por la jornada vivida.-
Al otro día, muy de mañana y con la helada blanqueando los pastizales, ya estaba toda la dotación en pié y lista para la jornada.-
Mientras los grandes se aprestaban al llenado de los chorizos, los chicos jugábamos con las vejigas de los cerdos, infladas a manera de pelotas y, de cuando en cuando, aparecíamos insistiendo para que nos dejaran dar unas vueltas a la manija del aparato utilizado en la tarea de llenado, lo que nos demandaba un esfuerzo superior a nuestras fuerzas, por lo que, rápidamente, volvíamos a nuestros juegos.-
Al caer la tarde, casi toda la tarea estaba concluida: los chorizos y las morcillas colgaban de cañas suspendidas del techo del galpón; los jamones habían sido metidos en barriles con sal y los quesos de cerdo sometidos al prensado correspondiente.-
Los mayores agotados por el esfuerzo y los chicos por no haber parado de corretear durante los dos días, cenábamos frugalmente y otra vez a la cama.-
Al día siguiente se volvía a la normalidad: temprano mi madre había ordeñado la lechera para tener la leche para el desayuno y, luego del mismo, mi padre ataba los caballos al arado y el tío Francisco uncía su mancarrón tordillo al sulky y emprendía el regreso al poblado envuelto en una polvareda y seguido un trecho por los perros y sus ladridos.-
Cuando nos levantábamos, un poco mas tarde y restregándonos los ojos adormilados, ya nada quedaba de la actividad de los días anteriores por lo que volvíamos a nuestra rutina de juegos y correrías.-
Mucho años han pasado desde entonces, pero el recuerdo de la carneada permanece vivo en mí que, con mi hermana mayor, somos los únicos sobrevivientes de esa época.-
Ha de ser por eso que, cuando llega julio con sus heladas, que no me parecen tan crudas como las de antes, no puedo dejar de pensar en ella y un pensamiento recurrente vuelve a mi: si hela fuerte comeremos buenos chorizos este año.-
AMARCORD
Otro pintoresco relato que nos envio don Hector Bielza de 9 de Julio.
miércoles, 8 de julio de 2009
Responso para una vieja casona
Podemos escuchar aqui un estilo instrumental interpretado por su autor don Atilio Reynoso.
sábado, 27 de junio de 2009
El almacén de ramos generales
La misma transcurrió en una chacra, a dos leguas del poblado más cercano, y la visita semanal al almacén constituía para mi todo un acontecimiento.-
Recuerdo a mi padre, atando los caballos que tiraban de la vieja americana en que nos trasladábamos al palenque que marcaba el límite entre la vereda y la calle polvorienta.-
El edificio lucía sólido y, a un costado, imponían su presencia dos surtidores de combustible, accionados a mano, para el expendio de nafta y querosene.-
Ni bien trasponíamos el umbral, nos recibía un penetrante aroma en el que se conjugaban el que emitían las especias, el café en grano, el cuero de los aperos, los quesos apilados en el mostrador y los chacinados, colocados en una fiambrera, con el olor rancio proveniente del despacho de bebidas contiguo donde predominaba el del tabaco negro que consumían los parroquianos en cigarrillos liados a mano o desgastadas pipas.-
Con una parte del piso de ladrillos y otra de madera, aquello era un mini mercado persa.-
En el salón principal, el de piso de ladrillos, atravesado por un mostrador bastante mugroso, se hallaba el almacén propiamente dicho.-
Sobre la pared del fondo, en una estantería de madera alguna vez lustrada, se podía encontrar desde la mecha para un farol hasta los cordones para zapatos, pasando por el hilo para coser ropa como el de atar chorizos o el sisal, de usos múltiples, jabones de tocador o de lavar ropa, limpiadores, cuchillos, bombillas, mates y una cantidad interminable de artículos de uso diario.-
En la parte inferior, en cajones con tapas deslizantes, el azúcar en terrones y fideos varios, que se expendían en paquetes armados con papel de estrasa.- La yerba, en cambio, se vendía en bolsas de arpillera de 5 kg..-
En el extremo izquierdo del mostrador, reinaba la balanza de platos y en el derecho, la pila de quesos, protegidos por una especie de campana de vidrio, y la fiambrera.-
La pared anterior la ocupaban los aperos y herramientas: pecheras, yuguillos, cinchas, pretales, serruchos, martillos, grandes tronzadores, morsas, leznas y todo lo necesario para las tareas rurales.-
En el lateral derecho, la tienda donde, sobre un mostrador mucho mas decoroso y pequeño que el otro, se apilaban bombachas, camperas, camisas, cinturones, boinas comunes y con borla roja, propia de los domadores, fajas negras y multicolores y las célebres alpargatas de yute marca “Rueda” y “Luna”, cuyo fabricante patrocinó la edición de los almanaques ilustrados maravillosamente por Molina Campos.-
Había también espacio para las barricas de vino y las que contenían las tripas conservadas en sal que se utilizaban en las carneadas.-
Por el lado izquierdo, y a través de una arcada, se pasaba al despacho de bebidas, servidas sobre un mostrador con cubierta de estaño y en vasos de vidrio grueso, enjuagados de apuro en un fuentón de chapa zincada puesto sobre el piso del lado del despachante llenado con el agua que proveía una bomba sapo colocada a un costado.-
En la trastienda funcionaba el “escritorio”, donde se controlaban las libretas, precursoras de las actuales cuentas corrientes, que saldaban los chacareros no más de una o dos veces al año, cuando levantaban sus cosechas.-
A él accedíamos cuando mi padre arreglaba cuentas o, cuando apurado por algún imprevisto, necesitaba efectivo para salir del paso, porque también ese aspecto social cubría la estructura del almacén con los clientes de confianza.-
A un costado del edificio principal, en un gran galpón de chapas, se acumulaban materiales de construcción, postes y varillas para alambrados, rollos de alambre liso y de púas, torniquetes y una variedad sin fin de insumos para la actividad rural y las pilas de bolsas de arpillera utilizadas en las cosechas.-
Todo era atendido por el padre, tres hijos y algún “habilitado”, como se llamaba entonces al personal que percibía una parte de las ganancias del negocio.-
Mucho tiempo ha pasado desde entonces y del pueblo queda muy poco.-
Los pobladores se fueron trasladando a las ciudades, acercadas por la construcción de rutas y la proliferación de modernos medios de transporte y la piqueta se llevó el viejo almacén de ramos generales junto con una parte importante de mi infancia feliz de chico de campo.-
No obstante, cada vez que tengo oportunidad de pasar por el lugar, me detengo un momento para percibir de nuevo, cerrando los ojos, el aroma de las especias y del café en granos y también, por que no, el rancio olor de tabaco negro quemado en cigarrillos liados a mano o en viejas pipas.-
El Bardo
*Este hermoso relato descriptivo y lleno de recuerdos de un tiempo no tan lejano, nos lo envió desde el partido de 9 de Julio (Bs. As.) don Héctor Bielza quien también nos felicita por el blog y sus contenidos. Espero que los lectores disfruten como lo hice yo al leer los recuerdos de don Héctor. Proximamente publicaremos otro de los relatos que nos hizo llegar.
Aprovecho para mandarle un cordial saludo y mis deseos de una pronta mejoría a este paisano del centro de la provincia de Buenos Aires
domingo, 21 de junio de 2009
Triunfo de las lejanias
Fragmento de un triunfo interpretado por don Angel Hechenleitner en una audicion de Radio Nacional en noviembre de 2008.
*Vídeo extraído de: YouTube, subido por tinquesito.
lunes, 8 de junio de 2009
Anécdotas históricas
-Suspéndalo dos meses, por bruto- le dijo Rosas.
Y el otro, que como buen federal cumplía las ordenes al pie de la letra, tuvo a su subordinado durante sesenta días suspendido... de una viga, castigo muy corriente en aquellos tiempos.
miércoles, 3 de junio de 2009
La carrera del sapo y la liebre
Entonces largaron la carrera. La liebre corría un trecho y descansaba, pensando que ya lo había perdido al sapo de vista. Pero corría y a la distancia encontraba otra vez al sapo a la par de ella. Volvía a desesperarce y corría, descansaba un poco y volvía a correr, pero otra vez encontraba al sapo. Así hasta que llego hasta donde estaba el mortero, pero al saltar adentro vio que ya estaba el sapo ahí.
¿Y que había pasado? Que se había hecho una cadena de sapos, una fila larga, y uno ya estaba adentro del mortero. Aunque ella se desesperara para ganarle, ya estaba armada la trampa. Claro, todos los sapos eran iguales, y no podía darse cuenta.
Y le gano no mas el sapo a la liebre
(Aníbal Aldana, 50 años, San Pedro, 1969)
Literatura popular bonaerense vol I Literatura Breve. Editorial Catálogos. 2004
jueves, 7 de mayo de 2009
Sin Libertad
con sus luces admirables,
empiezan todas las aves
a cantar en aquella hora.
La que se halla presa, llora,
con lo duro de sus grillos,
sirviéndole de martirio
ver a las otras que vuelan,
mientras penosas se quedan
pegadas a su destino.
Ya no sacude las alas
porque no afija en el viento,
sólo los tristes lamentos
se oyen dentro de la jaula.
¡Qué pesada y dura carga!
¡Qué pena tan sin igual
no poderse liberar
de tan grandes aficciones!
¡tener plumas e ilusiones!...
¡Con alas y no volar!
Al fin por su mala suerte
pega un suspiro y se queda
parando su triste pena
hasta que llegue la muerte;
ya que su dolor no advierten
ni le tienen caridad,
triste se pone a pensar
en su largo padecer,
porque hasta el fin ha de ser
cautiva y sin libertad.
Extraído de:
-Mario Lopez Osornio. Oro nativo. Editorial El Ateneo, Buenos Aires, 1944
viernes, 17 de abril de 2009
Gato
Un gato tradicional interpretado por don Atilio Reynoso. Esta fue una danza de gran arraigo en el territorio bonaerense, en general era cantada, pero siempre había algún guitarrero que se animaba a "puntiar un gato".
martes, 17 de marzo de 2009
Actuación de Atilio Reynoso
lunes, 16 de marzo de 2009
Nace el sol en el oriente
ostentando por emblema
una soberbia diadema
de rojo fuego en su frente;
al ver en su luz esplendente
brillando en el firmamento,
despliega el ave en el viento
sus plumas tornasoladas,
y con alegres tonadas
celebra su nacimiento.
Nace en el tallo la rosa,
lozana, arrogante y bella,
esparciendo en torno de ella
su fragancia deliciosa;
al ver esta flor hermosa
mecerse a impulso del viento,
llego el picaflor atento
y dice al ir a besarla,
que viene a felicitarla
por su feliz nacimiento.
Nace la humilde avecita
en su miserable nido,
que sus padres han tejido
de pluma y hoja marchita;
con alegría infinita
vuela la madre al momento,
y al volver con el sustento
para el desnudo pichón,
con una alegre canción
celebra su nacimiento.
Nace la niña preciosa
en cuyo rostro se hermanan
las bellezas que engalanan
al ave, al sol y a la rosa;
al contemplar a la hermosa
siente el poeta al momento
brotar en su pensamiento
un raudal de poesía,
para saludar el día
de tan feliz nacimiento.
Este es un cantar en décimas de aplicación ceremonial, específicamente para nacimientos, que generalmente se cantaba por estilo.
Dedicado a mi hijita Pilar que nació ayer.
sábado, 7 de marzo de 2009
La Chata de Loberia
Milonga en décimas que pertenece a Don Luis Domingo Bhero, interpretada en esta ocasión por Samuel Caraballo en el Almacén Museo La Protegida, del partido de Navarro, Pcia. de Buenos Aires el 17 de Agosto de 2008.
*Vídeo extraído de; YouTube, subido por oaturone.
miércoles, 4 de marzo de 2009
Aqui me pongo a cantar
debajo de este membrillo,
a ver si puedo alcanzar
las astas de aquel novillo.
Si este novillo me mata
no me entierren en sagrado,
entierrenme en campo verde
donde me pise el ganado.
En la cabecera pongan
un letrero colorado,
y en el letrero que diga:
aquí murió un desgraciado.
No ha muerto de tabardillo
ni de puntada al costado,
sino por hombre valiente
que lo mato un toro bravo.
Las cuartetas anteriores forman un compuesto o argumento. Este tipo de composiciones deriva del romance criollo y narran sucesos de repercusión colectiva (batallas, riñas accidentes, crímenes), hechos reales o imaginarios, episodios de apariencia autobiográfica, situaciones equivocas o fabulas, casi siempre con alguna intención ética, moralizante o ideológica expresada al final. Se los cantaba por cifra o milonga, utilizándose la sucesión de cuartetas en los mas antiguos y décimas en los mas modernos. Versiones de este compuesto se han registrado también en España, Portugal y distintos países de América. Hay una cuarteta similar a la segunda del compuesto anterior que la tradición popular atribuye al payador Santos Vega:
El día que yo me muera
no me entierren en sagrado,
Entierrenme en campo verde,
donde me pise el ganado.
viernes, 27 de febrero de 2009
Primitivo, el desconocido.
Va, porque no acepta que le reglamenten sus vicios.
Así es como Cruz Gutiérrez y Esteban Lazarte, naturales del vecino partido de Arrecifes, abandonan un día el pago, al igual que muchos otros. Cruz Gutiérrez y Esteban Lazarte no iban cargando ningún mal nombre: más, al poco tiempo, se les condenaba a la pena de muerte. ¿Qué había sucedido? En banda, capitaneados por Tata Dios, habían dado muerte, en una sola noche, a cincuenta extranjeros, vecinos de Tandil. Cuando les leyeron la sentencia sólo dejaron oír estas palabras de protesta: Mañana sabrán los gringos cómo mueren los argentinos.
Sentados a la par, sin admitir que les vendaran los ojos, fueron fusilados. Y conservando el sello de la indomable estirpe gaucha, recibieron en sus pechos la descarga mortal.
Los hombres de presa que secundan a las autoridades se hacen sentir en todas las zonas rurales, llenando admirablemente el oficio. Levantan los puestos ganaderos, sus poblaciones, para replantarlas lejos de los caminos generales. Se sacude la campaña. La cruzan los hombres día y noche, cortando campos a sol y luna, sol y luna como y como rumbo. Los protege la noche, los protege el inmenso baldío de la pampa, los protege el pajonal; los guarece la sierra, los montes y los bañados.
Para esos hombres sin paradero, para esos hombres sin descanso en sus sobresaltos, abre Pancho el Negro una fonda, como procurando un alto a tales vidas errantes; lugar seguro donde aquellos nativos sin patria, en su propia tierra, pudieran divertirse a gusto.
Como una ironía o como un reto, Pancho, establece la fonda a orillas de un pueblo, acaso el más aristocrático y culto, de la campaña bonaerense. También como una ironía o un reto, se enfrenta al gobierno municipal, haciendo de la fonda una verdadera República Independiente, un modelo perfecto de gauchocracia.
En la fonda hay un salón para los cantores. Hay también uno, para el choclón; otro cuarto para la treinta y una vista; otro para el monte criollo y cuatro o cinco canchas de taba, tendidas en el patio de tierra. Hablar de Pancho el Negro para los pobladores de los viejos Pagos de Cañada de la Cruz, es abrir la puerta de las evocaciones que arrojan las cenizas del pasado.
"Ah... Pancho no debía haber muerto nunca... para esos hombres no debía llegar la muerte nunca...", me decía con acento profundo Hilarión Burgos, un viejo criollo, que pisaba ya los ochenta años.
La fonda de Pancho el Negro dormía de día. La fonda despertaba de noche, poblada de paisanos desconocidos y mirar receloso. Fue una de esas noches, ya cerca de la madrugada, que Floro Manzanares abrió la puerta del salón, donde se cantaba. Al salir a la calle, se encontró de manos a boca con un hombre que, desmontando de su caballo, escuchaba al cantor con el oído pegado a las rendijas de la puerta.
-Entre, amigo, que la reunión está muy buena, le dijo Floro, con esa manera comedida del que pasó también a campo raso sus noches se perseguido de la autoridad. Con esa comprensión que le llevó a ser el mejor abanderado de las carreras cuadreras, el primer Juez de Paz del Partido, después de don José Serapio Sosa.
El forastero no se hizo repetir la invitación. Entró. Al momento, todas las miradas se clavaron en él. No faltó quien insinuara la pregunta de que si sabía cantar.
-Algo sé, fue la respuesta, breve, pero firme. La guitarra pasó entonces de mano en mano, hasta las del recién llegado. En verdad, aquel paisano entraba por primera vez en la fonda y nunca se le había visto en estos lugares.
La gente quedó intrigada. A la luz amarillenta de las lámparas a querosene, que daban más sombra que luz, aquel rostro aceitunado, aquella figura alta y bien ceñida, tomaba un relieve singular.
Se hizo un silencio cargado de interrogantes. ¿Quién sería? ¿De dónde vendría? Se desprendía de todo él una vigilante desconfianza que no podía disimular. Era joven y con aire de cantor y de guapo. Comenzó a rasguear con aplomo el instrumento. Silencio y expectativa se redoblaron. Con el "tiemple del diablo" una voz cálida y alta, desgranó unas décimas desconocidas. Algunos murmuraron que parecía el balido de un toro. Corría la sentenciosa comparación de uno a otro, haciendo pensar que se trataba de un hombre en desgracia. Quizás perseguido por la justicia, con o sin razón.
Inmediatamente, Pancho y su clientela, con un mismo misterioso entendimiento -que si no estaba en los labios, estaba en la mente y en el aire- se solidarizaron con el cantor: era un hombre en desgracia y por añadidura guitarrero. En tanto, las décimas seguían cayendo envueltas en alas de pasión llenas de reticencias, dudas y sarcasmos:
Cristo va de Coronel
Marchando con gran primor
Y de sargento Mayor
El Patriarca San José
El Arcángel San Gabriel
Marcha de primer sargento
Alférez de gran portento
El seráfico Francisco
Solo en el cielo se ha visto
Tan famoso regimiento.
De Teniente va San Juan
Al costado de la Armada
San Diego cabo de escuadra
San Miguel de capitán
Cadete San Sebastián
San Andrés habilitado
Alférez abanderado
Es el lucero Domingo
Es regimiento muy lindo
Que en la gloria se ha formado.
Marchan de primer tambor
Con cajas y con clarines
Ángeles y querubines
Y el angélico doctor
San Marcos y San Salvador
Se presentan auxiliados
Hacen frentes a sus costados
Muy afables y discretos
De oficiales ya completos
Andan buscando soldados.
Un Santo Tomás de Aquino
Va de valiente soldado
Y de capitán graduado
El intrépido Agustino
San Roque y San Marcelino
Entraron al batallón
Se presentó San Simón
Como primer ayudante
y en esa escuadra triunfante
Dan por arma la oración.
El cantor imprimía tan bien el tono burlón a las décimas que los oyentes empezaron a moverse, como en un escalofrío colectivo.
Al terminar lo invitaron a beber, le agasajaron de todas maneras.
Y desde ese instante fue un amigo y tenía casa.
A los pocos días pasó de la fonda a ocupar un lugar más apartado. Por las afueras. ¿Era su alma de cantor lo que le llevaba a buscar la soledad? ¿O buscaba escapar a los ojos fiscalizadores del vecindario?. De noche era infaltable a la fonda. Se presentaba siempre como de viaje: a caballo, con otro de tiro a la par. Repartía la noche entre el salón de los cantores y el del choclón.
A veces se perdía sin dejar rastros, para reaparecer en las mañana en el rancho, como traído por las sombras de la noche. Volvía a la fonda. De esta vida escondida, reservada, sólo podía sacarse en limpio, que ese hombre era un hábil jugador de choclón y un gran guitarrero y cantor. Sin embargo la gente, en murmullo apagado, insinuaba que el desconocido era un "tipo de averías".
Se hacia llamar Primitivo Alvarez.
Allá, en la lejanas noches de retretas, los paseantes de la plaza solían hacer alto a sus charlas, porque la voz de Primitivo Alvarez, desde la vereda de la fonda, les hacia llegar nítidas, aquellas canciones suyas, de una rara tristeza masculina. El inconfundible canto de un alma sufriente y perseguida, que era la tragedia habitual en la campaña de Buenos Aires.
A la oración de una tarde de verano, se despidió en secreto del dueño de la fonda. Nadie lo sabía. Montando su caballo y como siempre con otro de tiro, a la par, se perdió en la angostura de un camino. Con él abandonaba la fonda criolla uno de esos aventureros, como hecho para ese ambiente sin código ni reglamento policial. Parecía llamarle en silencio la voz de los compañeros de desgracia; la voz de la pampa. La voz del desierto atrae y sumerge en su vacío sin fondo, en su soledad inmensa. Soledad y pobreza absoluta del medio, donde la vivienda del hombre se reduce a un techo y paredes de cueros.
En esa virginidad nativa, la cornada de un toro, el boleo y el vuelco del potro mantiene el cuerpo del habitante rural en un disciplinado balanceo. Y cuando el potro o el toro tienden en tierra al perdedor de la lucha, centenares de lechuzas, caranchos y chimangos le rodean, como si fueran los únicos deudos. ¡Ay... los que nunca supieron de los sueños y afanes del moribundo!
Desierto aquel de la pampa, donde el ñandú se enseñorea y multiplica en cuadrillas. Donde el macho más robusto empolla los huevos, como cumpliendo un sabio mandato de la especie: aquel de transmitir el fluido vital de su fortaleza. Allí donde la libertad y la igualdad no tiene más modeladores que la superficie lisa y la vastedad de la pampa. La pampa inmensa, que no quita ni da semejanza, forma ni color a lo accidental, porque es ella sola y siempre igual, como si fuera el símbolo de la eternidad sobre la tierra.
Era ese el cielo y el ambiente de los hombres perseguidos en la pampa porteña. Allá se juntan. En el campo social no hay nada tan amalgamante como la desgracia común. ¿Allí viviría Primitivo Alvarez, recogiendo y vendiendo los rezagos de las haciendas robadas por los indios en sus malones a los poblados? Vendiendo a los que buscaban su fuente de riqueza y prosperidad, hasta en la desgracia y la miseria de los demás.
Después se dijo en el pueblo, que había regresado al lejano Sur -su lugar de origen- porque la justicia había dejado de perseguirlo. ¿Sería para morir mudo, según consigna del hombre gaucho de aquellos tiempos? ¿Sería para volver a la vida normal? ¿O habría presentido una persecución por causas que él no conocía? Lo cierto es que a nadie confió el secreto intimo de su vida.
Comentarios escabrosos, sin ningún miramiento, le siguieron. Es que para el ausente, es mezquina la razón y la justicia. La verdad es que siempre se ignoró su verdadera historia. Solo quedo vivo su recuerdo de cantor, en aquellos días legendarios de proezas y payadas criollas.
Este relato pertenece a Jesus Maria Pereyra. Como muchos de sus cuentos o relatos esta basado en personajes, hechos y lugares reales. En general su obra se limita geograficamente a la zona de la Cañada de la Cruz (partido de Exaltacion de la Cruz, Bs. As.)
Podemos ubicar el relato en los primeros años de la década de 1870, ya que el autor nos da una referencia al nombrar la matanza de inmigrantes realizada por un grupo de gauchos capitaneados por Gerónimo de Solané (apodado Tata Dios) en el Tandil el 1 de enero de 1872. Recordemos que era un tiempo dificil para los gauchos ya que eran detenidos y enviados a los fortines para la lucha contra el indio y en ese mismo año José Hernández da a conocer su "Martin Fierro"
El autor es un gran conocedor de las costumbres tradicionales de la zona y luego de describir la fonda de Pancho el Negro, que fue muy famosa en su época, pone en boca de Primitivo Alvarez unas décimas para lo cual antes "tiempla" la guitarra con el "tiemple del diablo". Antiguamente en la campaña los guitarreros utilizaban distintos temples o afinaciones para la guitarra que hoy casi están en desuso.
En otra parte de su obra, Pereyra nos dice sobre Primitivo Alvarez que era un cantor raro para aquellos tiempos, que introdujo unas décimas de sentido liberal, casi chocantes con las ideas en boga: "El regimiento celestial" (que es la que se reproduce en el relato), "El hortelano", "Si tu corazón me estima", fueron cantadas por el y quedaron en el acervo común de los cantores.
Es una pena que la obra de Jesus Maria Pereyra es hoy casi imposible de hallar.
*Extraído de: "Jesus Maria Pereyra y Exaltación de la Cruz" Cuadernos del Instituto de Literatura Nº3. Ministerio de educación, La Plata 1970.
jueves, 26 de febrero de 2009
Coplas de contrapunto
a Dios le pido la gloria,
y a la Virgen de Luján
explicación y memoria.
¡Válgame Dios de los cielos,
por la Virgen del Rosario!
¡No se equivoque mi lengua
ni se perturben mis labios!
Ya me han pedido que cante
y me causa un gran dolor,
si no canto quedo mal
y si canto quedo peor.
De un rey dar vi la corona,
de un Carlos Quinto el poder,
de un San Agustín la pluma
de un Rodríguez el saber.
Las coplas anteriores son utilizadas como presentación o para pedir atención de los presentes. Son moldes o estereotipos tradicionales que se utilizaban en las contiendas payadoriles o en la improvisación individual.
martes, 17 de febrero de 2009
Estampa de un domador
Hermoso estilo interpretado por la cantora de Nicanor Otamendi (Bs. As.) Marisa Saenz acompañada por su hijo. El autor del estilo es don Atilio Reynoso y se compone de tres décimas con un temática descriptiva. En el vídeo falta la primera décima que es como sigue:
Oigo el tañir de un cencerro
y un relincho contestando,
señal que viene llegando
hombre tropilla y un perro.
Estampa de Martin Fierro
que adorna el verde del llano,
es la que tiene el paisano
de mi noble inspiración,
si hasta siento el cimarrón
que me calienta la mano.
El vídeo es gentileza del amigo Julio Roldan del programa "Mostrando lo Nuestro" que se emite los viernes 12:30 y sabados 00:30 por Canal 2 de Mar del Plata - Buenos Aires- Argentina.
miércoles, 11 de febrero de 2009
Ayer abrí los sentidos
hoy pienso lo que mañana,
y mañana pensaré
lo mismo que ayer pensaba.
Ayer abrí los sentidos
a la luz de la razón,
ayer tuve esa intención
como siempre la he tenido;
todo el tiempo que he vivido
he sido como hoy yo soy,
cavilando siempre estoy
del modo que he de vivir;
y como debo seguir,
ayer pensaba lo que hoy.
Hoy pienso que en esta vida
una ley proseguiré
y en ella firme estaré
hasta la última agonía;
la propia experiencia mía
me enseña que así lo haga
y también me lo declara
mi propio conocimiento;
y para tener acierto
hoy pienso lo que mañana.
Si mañana es mi talento
y hoy mi propio natural,
creo que me ha de alumbrar
la luz del conocimiento;
es suficiente con esto
para quien sabe entender
lo que me ha pasado ayer;
hago memoria de todo
y hoy pienso del mismo modo
que mañana pensare.
Lo mismo que ayer, al fin
pensaba lo que hoy pensé
y dije lo que diré
y lo que debo decir;
sin advertir conocí
que a mí la ley me amparaba
la misma que me anunciaba
el estado en que hoy yo vivo;
pensando estoy lo que digo
lo mismo que ayer pensaba.
Aquí tenemos cuatro décimas cada una de las cuales tiene como verso final el correspondiente de la cuarteta que se toma como origen y tema a desarrollar. Esta forma de composición era común antaño y se conocía como cuarteta glosada en décimas o glosa de pies atados.
sábado, 31 de enero de 2009
Emilio Blanco mata dos tigres con un solo tiro
Como el era un gran cazador y tenía tanta puntería además, pudo así, con un solo tiro, matar a los dos tigres.
(Ronaldo Elleceer Urruti, 35 años, Cañuelas, 1969)
Literatura popular bonaerense vol I Literatura Breve. Editorial Catálogos. 2004
jueves, 29 de enero de 2009
Ingrata, te has olvidado
de aquel que tanto quisiste
y eso que prometiste
amarlo con gran cuidado;
hoy yo me encuentro afectado
por tu falso proceder
y vengo a hacerte saber
que el tiempo tiene mudanza,
no perdiendo la esperanza
que puedas un día volver.
Quisiera saber por qué
hoy me causas tantas penas,
yo cargo una cruel condena
que explicarla bien no sé;
tu cariño sólo fue
el de un día frío y triste,
falsas promesas me hiciste
como hoy lo estas demostrando,
tal vez algún día llorando
te acuerdes de quien quisiste.
Algún día has de volver
a atravesarte a mi paso,
más yo no te haré caso
porque fue cruel tu querer;
todo tu mal proceder
te has de acordar algún día
y en medio de la agonía
yo no tendré compasión,
aunque me digas: perdón,
pedazo del alma mía.
miércoles, 21 de enero de 2009
El término
El término es una especie lírica del área pampeana, de escasa vigencia en la actualidad. Según los investigadores fue conocida y ejecutada en las localidades de Capilla del Señor, San Antonio de Areco, Carmen de Areco, General Belgrano, Mercedes, Monte, Chascomus, Pigüe, Bordenave, Necochea y Lobos, aunque seguramente ha estado presente en otras localidades de la provincia. En la actualidad son muy pocos los guitarreros que poseen términos en su repertorio.
Diversas son las acepciones de la palabra término:
a)En el Perú se denomina términos a los diversos estribillos, partículas agregadas, repeticiones y hasta variantes temáticas que los cantores populares intercalan enriqueciendo la estructura poética y musical básica de las estrofas. En Argentina la voz término se utilizo para denominar una variedad de triste, sin duda aludiendo a la característica original de esta especie, de poseer estribillos y expletivos intercalados (Perez Bugallo).
b)La palabra término asociada al fenómeno musical se refiere al punto, al tono (Moreno Chá).
c)Se denomina así al remate de la Décima, la estrofa que se coloca justamente al término de la misma, como homenaje del cantor hacia un oyente o viceversa (Moreno Chá).
d)Antiguamente se denominaba así a los estilos en toda la campaña bonaerense (Moreno Chá).
e)Antiguamente, esta especie era tocada al término de los bailes familiares (Moreno Chá)
El término se presenta como eminentemente guitarristico y la mayoría de las opiniones se inclina a decir que muy pocas veces se cantaba, que los verdaderos tocadores de la especie, solo la ejecutaban en guitarra. Cuando es instrumental tiene la apariencia de un estilo atípico o fragmentario. Cuando se canta, en cambio, su vinculacion con el triste aparece claramente. En algunos se nota en el movimiento y el ritmo de sus interludios algún parentesco con la cifra.
La estructura del término consta de dos secciones muy diferenciadas melódica y ritmicamente; una esencialmente melódica que es siempre pausada y otra mas viva y libre ritmicamente que se comporta como interludio entre las sucesivas repeticiones de aquella. Dichas repeticiones se efectúan a gusto del guitarrero, siempre y cuando no haya un texto cantado que imponga su propia longitud. Se puede comenzar indistintamente por cualquiera de las dos. Para su ejecución se ha utilizado la guitarra en la afinación común o por diversos "temples".
En el aspecto literario cuando el término era cantado se utilizo la cuarteta y la sextilla mucho mas que la décima.
En el vídeo podrán escuchar un ejemplo de término, el cual es interpretado por su autor don Atilio Reynoso. El titulo de la obra es "Fortín de las Medias Lunas" y se encuentra grabado en el disco compacto "Cuando llama la querencia". Si bien este es un termino con autor conocido esta realizado en base a las características tradicionales de la especie.
Pueden escuchar otros términos en los siguientes materiales:
1)Reynoso Atilio y Pérez Bugallo Rubén. Música criolla tradicional de la provincia de Buenos Aires República Argentina. Ediciones El Arca, 1996. (CD y libro). En este disco hay cuatro términos tradicionales uno de los cuales es cantado.
2)Valladares Leda. Documental folclórico de la provincia de Buenos Aires. Discos Melopea, 2001 (CD y folleto). Aquí pueden escuchar un término instrumental interpretado por Alberto Lennon de San Antonio de Areco.
3)Moreno Palacios Omar. No es para mal de ninguno. EMI-Odeon, 1985. En este disco hay un término titulado "Los tres reinos" de Edmundo Zaldivar, nunca lo escuche ya que no tengo el disco y no he podido conseguirlo.
Bibliografía:
-Reynoso Atilio y Pérez Bugallo Rubén. Música criolla tradicional de la provincia de Buenos Aires República Argentina. Ediciones El Arca, 1996. (CD y libro).
-Moreno Chá Ercilia. El Termino: aportes musicologicos para su estudio. Folklore Americano Nº27, pp: 195-209. México, 1979.
*Vídeo extraído de: YouTube subido por carlosquilmeslopez
lunes, 19 de enero de 2009
Coplas de baile
En la puerta de un sordo
cantaba un mudo
y un ciego lo miraba
con disimulo.
Una vieja me dijo
que la ensillara
que ajustara la cincha
y galopiara.
Arriba el triunfo, niña,
dijo Cupido,
mas vale estar ausente
que aborrecido.
Como las cañas huecas
son las mujeres,
porque se llenan de aire
si uno las quiere.
Yo no soy de estos pagos
yo soy de Lobos
yo no vivo con naides
yo vivo solo.
martes, 13 de enero de 2009
Carlos Antonio Moncaut
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=979940
http://www.eldia.com.ar/catalogo/20081223/laciudad42.htm
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1084186
martes, 6 de enero de 2009
El Tordo (cuento de fogón)
Para su disgracia se vino a morir su padre y quedo dueño de una gran herencia, con lo que se le despertó el gusto por fantasiar.
Como quizo tener la casa mas linda del pago llamo a consejo a todos los pájaros.
-Vos, hornero, que sos tan buen arquitecto ¿que me decís?
El hornero le aconsejo que hiciese la casa de dos piezas con su corredor ancho, bien ventiladas y protegidas de la lluvia.
-Mezcla la tierra con agua y junta pastitos duros para formar el barro.
-Ansina nomas lo haré- dijo el tordo y se volvió a interrogar al boyero.
El boyero le mostró la bolsa larga en la que vivía, que estaba hecha de crines tejidas y en el fondo tenia un colchoncito de plumas y pastitos tiernos.
-¡Sos buen tejedor, che! ¿y le compras las crines a los caballos?
-¡De ande! Las voy arrancando una a una de los alambrados donde quedan enganchadas luego que van a rascarse.
El boyero explico al tordo que si colgaba la bolsa de un árbol sobre las aguas de un arroyo, algo que le resultaba muy peligroso al tordo, era justamente para alejarla de otros peligros como las comadrejas y zorros.
-¡Mira que sos liendre, boyerito! Voy a hacer mi casa igualita que la tuya.
Diciendo esto se volvió para la cotorra y le preguntó:
-Y vos, ¿porque anidas tan alto?
-Para tener buena ventilación y ver desde lejos, don tordo.
-¡Lindo! He de hacer mi casita arribita de la loma. ¿Y vos, carpintero?
-Usted ya lo ve, meta y meta todo el dia martillando de punta este tronco muerto. Tendré aquí una casa seca y mas resistente que ninguna.
-Me gusta, la mía sera la tuya.
Pero ni bien decía esto, al tordo le iba gustando también la casa de la lechuza, que era una cueva fresquita en verano y calentita en invierno. La del junquero metida en los cañadones entre los juncales. También la del espinero, porque era un rancho rodiado de espadas con la punta para fuera donde se ensartarían los entrometidos y como no gustarle la del zorzal que como la de todo cantor que se respeta no anida en árbol que no da flor.
Luego de todo esto el tordo se dijo:
-¿Para que voy a trabajar yo? ¡Si tengo mas plata que Anchorena!
Y le ordeno a cada pájaro que le hiciera una casa, así tendría una de cada estilo para cambiar cuando quisiera.
Mientras tanto que los demás trabajaban, se dedico a parrandiar sin ninguna consideración, ni respeto a la ropa negra que por el luto de su padre llevaba. Carreras cuadreras, naipes, taba, mujeres, beberaje... Era cosa de no acabar. Hacia de la noche día y del día noche. Cantaba en los boliches. Para embobar al paisanaje se acompañaba de una guitarra enchapada en oro y brillantes.
Cuando fue el momento de pagar a los trabajadores, no solamente no tenia con que, sino que había empeñado la guitarra por deudas de juego; su traje negro que todavía lleva hoy día, se había vuelto color ratón, y mas haragán que nunca, enviciado de ir pasiando en coche, se subía al lomo de las vacas y allí se estaba para que siguiesen pasiandolo.
Desde entonces el tordo no hace otra cosa. Desfachatado de marca mayor, no pudiendo anidar en diferentes y lindos nidos propios, los hace en los ajenos, donde pone sus huevos y se va, para que los otros pájaros se lo empollen.
Viéndolo espulgarse muy orondo arriba de las vacas, el chingolo suele criticarlo:
-¡Ese si, pelecha de lo lindo, ha hij'una! En cambio yo, que soy tan buen cantor y criollazo de acción no tengo quien me proteja. Hay que ser poltrón y descarado, para engordar y divertirse a costa de todo el mundo.
-Vea, don chingolo- le advierte entonces el bichofeo -no hable tan fuerte no sea que le oigan; es arriesgado decir la verdad. ¡Mire que he sabido que al señor tordo lo van a nombrar comisario!
viernes, 2 de enero de 2009
Meditando
es el mas merecedor,
hasta gloria halla y honor,
cariño placer consuelo...
Pero yo que con anhelo
a todo el mundo he servido
jamas nunca e merecido
con mi servicio agradar,
y aquí se cumple el refrán:
Retirese el que ha perdido.
Yo cuando infeliz me veo
y abandonau de la suerte,
solamente con la muerte
he dejar de padecer
y creo que no he de tener
alivio a mi mal ruinoso,
recuerdo sin ser quejoso
aquel proverbio mentado:
Que padece el disgraciado
para que goce el dichoso.
El que se ve aborrecido
"desgracia que el cielo le hizo",
no haga ningún sacrificio
por ser a fuerza querido,
pues, esto hay para conmigo,
desterrado y sin reposo,
casos tuve muy hermosos
también de grande eficacia:
Que mas vale caer en gracia
antes que hacerse el gracioso.
Antiguas décimas que seguramente se cantarían por estilo o milonga
Extraido de:
-Mario Lopez Osornio. Oro nativo. Editorial El Ateneo, Buenos Aires, 1944