A la una te miré,
a las dos te quise amar;
a las tres te empecé hablar
y a las cuatro te adoré.
A las cinco me ausenté,
a las seis ya no te ví
y hallé tu cariño escaso
cuando a las siete volví.
Cuando a las siete volví
hallé tu cariño escaso
a las ocho no hice caso
y a las nueve ya me fui.
Eran las diez, ay de mí,
y mi amor que era de bronce
se desvaneció a las once
y a las doce me dormí.
AL DECIR DEL CENCERRO
-
¿Cuántas veces el cencerro
jue música sedutora
y en la noche hasta la aurora
un fiel amigo de fierro?
Lo digo sin miedo al yerro
que con él, hasta ca...
Hace 1 semana
No hay comentarios:
Publicar un comentario