Entre sonar de cencerros
y el resollar de los fletes,
sale un grupo de jinetes
de la estancia "Los Dos Cerros";
con su ladrido los perros
despiden la paisanada
que galopa entusiasmada
rumbeando para la sierra:
en la estancia están de yerra
y hay que tráir la hacienda alzada.
Por la vecina lomada
se oyen gritos y silbidos
y entrecortados bramidos
de la arisca novillada
que disparando asustada
procura al monte volver.
Entonces es lindo ver
entre saltos y gambetas
buscándoles las paletas
al paisanaje correr.
Llega
la hacienda al rodeo
y
sin bretes ni corrales
se
ven echar lindos piales
y soberanos volteos;
empiezan
los zarandeos,
allá
dispara un novillo,
un
paisano en un tordillo
lo
asegura con el lazo,
otro le pega un pechazo
con un pingo doradillo.
Como
el criollo es baquiano
pronto
termina la yerra
y
la hacienda pa la sierra
vuelve
otra vez por el llano:
el
gauchaje muy ufano
Se
reune en el galpón;
hay
malambos, pericón,
pasteles,
asao con cuero
y
hasta un gauchito trovero
que
le improvisa al patrón.
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